28 de mayo de 2009

Untitled

He pensado que cada uno de nosotros ejerce cierta influencia sobre aquellos que nos rodean. Es como un efecto dominó, que en mayor o menor grado va dejando una fracción de nuestra escencia en los demás.

Justo algo así me ocurrió anocche mientras escuchaba las divagaciones de una amiga mía. Resulta que esta chica conoce en carne ropia los estragos que causa el dejar de ser uno mismo en pos de sostener una relación.

En verdad es increíble, con tal de encajar en algún entorno, somos capaces de hacer a un lado actividades que nos llenan, amigos que nos enriquecen, maneras de vivir, en suma, nuestra escencia. Eso que se supone que nos define como individuos y que siempre seremos - menos que necesitemos cambiarlo por conveniencia-.

Esto se manifiesta a todas edades, a veces -las más - de manera inconsciente. Ahora, otras, bajo la premisa de mantener cierta situación. Una mirada introspectiva nos dará varios ejemplos de esto. Una relación de pareja, un grupo de amigos, un modo de vida, en fin, ejemplos hay muchos. Así mismo, los efectos son variados. Los más afortunados s dn cuenta y toman el camino de regreso a casa, otros pocos se pierden, mientras que un tercer grupo, simplemente no aprende sigue por la vida en las mismas circunstancias.

Ahora, una cosa que parece haber funcionado para mi amiga, fue el elaborar una lista con todas aquellas cosas que llenaban su vida, antes y un poco durante, y que le solían definir y que en consecuencia, quiere retomar. Tomar esto como eje de su cotidianeidad para reinventarse.

Pienso que uno de los procesos más complicados de cualquier persona es el autoanálisis, la introspección, a partir de la cual encontrar lo que queremos y lo que no, y sobre todo, el permitirnos una segunda oportunidad. Y ella se lo permitió.. por eso

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